Estamos abiertos a que vuestra opinión sea leída. Nuestra profe de Lengua y Literatura, más participativa, nos ofrece su visión del tema del que todo el mundo habla.
Muy recomendable su lectura.
EL SHAKIRAZO
Lejano quedan ya los tiempos en que la prensa del corazón y los programas televisivos se hacían eco de las noticias relacionadas, generalmente, con el mundo del “artisteo”: cantantes, actores, bailarines… siempre con el sambenito de gentes de moral “más distraída”.
Poco a poco, este fenómeno ha ido democratizando a los protagonistas que, casposos o aristocráticos, veían divulgados sus trapos sucios no solo relativos al corazón sino a todas las vísceras, incluyendo su “hiel”. Para algo vivimos ya en el “metaverso”. Si Rosa Montero nos decía en su artículo “Porque lo permitimos” que “aquello que no sabes denominar es aún más difícil de asumir” hoy, lo que no aparezca en redes, ya sea verdad, mentira, postverdad, metaverdad o puritita mentira, no existe. Ya veis, a esto llamamos el siglo de las comunicaciones.
Que los temas universales son siempre los mismos y cada sociedad les da un tratamiento particular, es algo que no vamos a discutir: amor, desamor, sexo, poder y vida y muerte están presentes en nuestra boca en todas sus diversas vertientes. Claro que, cuando lo privado, los sentimientos, se hacen públicos se trivializan a no ser que se haga con mucho arte, como desde siempre lo han ejercido poetas, intelectuales y grandes pensadores. Para ello hay tener cultura, arte y una mente pionera que aporte a algo tan manido un plus que por lo menos emocione, nos conmueva y nos haga un poquito más grandes: esa era la finalidad del teatro en Grecia.
Estoy harta, hartita, de la manipulación, de la distorsión interesada que se hace de lo privado y que, puesto en debates tendenciosos, nos pretenden dar lecciones desde educación en igualdad, hasta libertad de expresión.
Que Rociito tenga problemas con sus hijos y en vez de intentar arreglarlo en el ámbito privado lo haga en la tele a golpe de talonario es grave, pero que una cohorte de interesados quiera repuntar su audiencia prostituyendo los temas de violencia de género, la llamada vicaria o el empoderamiento de las mujeres, me repugna.
Oigo en la tele, y también en las redes, que a Harry, no al Potter, sino al dignísimo nieto de la reciente fallecida reina Isabel II, en una marcha o excursión por las zonas polares se le ha helado su real miembro, y eso él lo escribe en su libro. Todo por la pela. Allá va el recuerdo a la siempre rentable Lady Di. Aún veo su cara rosácea (que a mí me recordaba, dicho sea de paso y sin ofender, al color de la piel de los cerdos de las matanzas de mi infancia) diciendo que “tres en un matrimonio eran multitud”. Sabia frase, origen del “annus horribilis” de su regia suegra. También oigo las andanzas, calladas por todos cuando había poder y publicadas por los mismos caído el protagonista al barro, del rey Emérito D. Juan Carlos. Contado como los amores de la Isla de las Tentaciones, lo que pasa que mucho más caro, con más poderío y dinerito de origen incierto.
Y llegamos a lo de ayer, como dijera Jorge Manrique, ¿qué me decís de la última canción de Shakira? Estoy por tirarme de los pelos, sí, a mí misma, en reflexivo.
Que el amor a tres bandas duele, ya lo hemos dicho, es un clásico, pero, por favor, si lo vamos a publicitar, al menos como los poetas, con arte. Mirad Garcilaso/ Nemoroso “Tu dulce habla ¿en cuya oreja suena?/tus claros ojos ¿a quién los volviste/ ¿Por quién tan sin respeto me trocaste?...” Comparado con la letra de la canción, pura filfa, te das cuenta que aquí no hay más poesía que el dinero: 34 millones de ganancias llevaba ya la semana pasada. ¿Por qué? Por hacer una canción con una letra espantosa, cómplice del morbo, que intenta transmitir a partir de un aparente calambur, claramente, claro.
Espero que esta trampa no os salpique y sepáis discernir lo que es verdad y lo que es interés. No podemos hablar de “sororidad” y “empoderamiento” de las mujeres cuando una de ellas, en un ataque de cuernos ataca a otra, y es la atacante además la que muestra su debilidad, comparándose con marcas comerciales de más o menos caché y tildando a la consabida otra de mala. Como una pelea callejera, pero en vez de tirarse de los pelos se tiran euros y nosotros, como bobos, caemos en la trampa.
Y es que hay que saber leer bien el libro de la vida para que no nos den gato por liebre. Mientras tanto, os quiero dejar buen sabor de boca con estos versos de amor de nuestro Salinas y os invito a continuar su lectura: “Ayer te besé en los labios. Te besé en los labios. Densos,/rojos. Fue un beso tan corto/que duró más que un relámpago, que un milagro, más”… ¡Casi ná!
Mª Carmen Nájera. Enero de 2023
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